Para masticar

El Hábitat Interior

Conos Era una gélida y gris madrugada en Montevideo, y yo estaba en el auto esperando la orden del inspector.

Frente a mí, una fila de conos dispuestos en zigzag, como un ejército con uniforme anaranjado. Mi misión era esquivarlos. Puse primera, pisé el acelerador y comenzó el examen de manejo.

Me escabullí entre los conos sin problema, saliendo ileso para enfrentar el siguiente desafío, que también logré sortear sin dificultad. Pero ahora llegaba la hora de estacionar...

Un cosquilleo volvió a recorrerme el cuerpo, el mismo que venía apareciendo en cuentagotas desde la noche anterior. Por un momento se había dormido, pero al ver los conos parados en 45 grados, decidió despabilarse.

“¿Otra vez vas a perder acá?”

El susurro de La Bestia empezaba a pronunciarse. Y sí… esta era mi segunda batalla contra el ejército naranja, y el molesto murmullo me lo estaba recordando. Acomodé el auto, puse reversa y suavemente inicié la maniobra. Lo que pasó después quedó grabado en mi memoria...

A medida que retrocedía, mi mirada estaba clavada en el espejo izquierdo, atenta al cono de atrás. Mientras ese cono siguiera visible y próximo a la cola del auto, no habría forma de fallar. Pero entonces pasó…

Lentamente, el cono empezó a esconderse detrás del vehículo. Lo vi con claridad, era consciente de lo que estaba ocurriendo. Pero cuando quise dar la orden de frenar para corregir la dirección, mis pies no respondieron. Fue como si algo se hubiese apoderado de mi cuerpo.

Había sufrido uno de los ataques más sigilosos de La Bestia: la Parálisis.


La idea de Hábitat tiene su origen en la biología: es el entorno natural donde vive una especie. Pero más que un simple “lugar”, un hábitat es un conjunto de condiciones que hacen posible la vida y el desarrollo de un ser vivo.

Si las condiciones son las adecuadas, el animal estará sereno. Si son precarias, se volverá agresivo.

He notado que La Bestia es sensible al Hábitat Exterior...

Se tranquiliza cuando estamos entre personas confiables o cuando nos enfocamos en una tarea que dominamos. Pero basta entrar a una reunión llena de desconocidos, o tener que estudiar a la fuerza una materia que no nos interesa, y la fiera se inquieta.

El tráfico caótico la irrita. Un cuarto desordenado la pone ansiosa. Y los conos anaranjados… algo en ellos desató su sed de posesión.

Pero por más desprecio que les tenga a esos conos del infierno, la Parálisis no fue culpa de ellos. Las condiciones externas pueden empujarnos a actuar de cierta forma, pero son las internas las que definen cómo respondemos.

Nuestro Hábitat Interior...

El entorno puede ser quien dispare la alarma que amenaza con despertar a La Bestia, pero es lo interno lo que define nuestra capacidad de apagarla… o al menos de posponerla. Cuanto más adverso es el contexto, más peso tiene la calidad del Hábitat que llevamos dentro.

Tony Robbins nos da una pista sobre lo que no debemos hacer: una receta mental infalible para garantizar los rugidos recurrentes de nuestra Bestia. La llama la “Ruta del Cáncer”:

Ruta del Cáncer

  1. Buscar culpables
  2. Quejarse y justificarse
  3. Acumular bronca y resentimiento
  4. Repetir el ciclo

Aquella fría mañana, en el auto de la academia, mi mente no estaba en condiciones. Venía de meses recorriendo la Ruta del Cáncer: me había quejado con medio mundo sobre lo injusto que había sido el inspector anterior, que se deleitó reprobándome, y sobre lo absurdo de las maniobras obligatorias. Ese recorrido mental fue el que preparó el terreno para el pensamiento que dominó esa madrugada, y que sentó las bases para el ataque paralizante de La Bestia:

“No hay forma de salvar esta prueba”.

El Hábitat Interior ya estaba destrozado.

Desde antes de salir, yo ya había reprobado. Podía verlo con el ojo de mi mente: explicándoles a mis padres y amigos cómo había sido abatido, una vez más, por el ejército naranja.

“Si podés verlo en tu mente, podés tenerlo en tus manos”, dijo Bob Proctor.

Yo pude verlo, y tenerlo en mis manos.
El problema fue que no miré lo adecuado.

Para masticar...

¿Cómo está el hábitat que llevás dentro?

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